Las miradas no siguen
a las palabras,
se pierden en el horizonte
que existe desde
el límite de los hombros
hacia el mar de vaguedades
de cualquier distancia.
Los gestos
apoyan los monólogos
para combatir la indiferencia
de los indecisos,
mientras se conjuga
el verbo resbalar
en las aulas de la inocencia.
Hay un cruce
de personajes
sobre el escenario,
sin papeles.
Es un ida y vuelta
en la planta baja
de una Torre de Babel
que entre todos
han construido,
sin licencia.
Ahora los pensamientos
circulan
por acueductos de papel,
ya no persiguen
las emociones,
se resignan al anonimato
para no comprometerse
con el ruido de la vida,
hasta una próxima liberación.
Pati/ julio 2018
