En el centro de Galicia, inclinado hacia el oeste, muy cerca de Santiago y aún más cerca de Lalin, en http://VILA DE CRUCES, situamos una nueva etapa de nuestra serie COCERSE EN GALICIA, http://RESTAURANTE CASA CASTRO, un viaje apasionante por el mundo del http://COCIDO en Galicia, como plato y producto estrella de nuestra gastronomía de invierno. La bandera del cocido se enarbola en toda nuestra geografía, tanto en ciudades como pueblos y aldeas, casi siempre con el denominador común del interior, aunque no se descartan grandes cocidos en ciudades costeras como el que presenta en A Coruña, el Mesón de Javier en Meicende, o el histórico de Casa Saqués.
Pero como lo que pretendo es darle un valor añadido al hecho de irse de cocido, planteo un viaje que siempre pueda ofrecer alternativas, para el antes y el después. Y en esas alternativas al escoger Vila de Cruces para Cocerse en Galicia se nos presenta un botín de posibilidades, además de las gastronómicas, las paisajísticas y medioambientales, las culturales y patrimoniales y todo lo que representa los valores del turismo rural, con establecimientos de muy buen nivel.
Esa condición rural hace que el cuidado por el producto autóctono sea exquisito y de garantía en Vila de Cruces, y que la apuesta por la cocina gallega tradicional forme parte de su ADN. Como muestra el que su fiesta gastronómica más importante sea la del «Galo de Corral» todo un acontecimiento, y que esté arropada por otras como a Feria do Chorizo, a Feria da Castaña, a Festa do Coello e a Festa dos Callos. Y seguro que no aparece la Fiesta do Cocido por no querer hacerle la competencia a la de Lalin, porque el cocido que tuve el privilegio de disfrutar en Casa Castro fue todo una fiesta.
Situado en el Centro del pueblo el Restaurante Casa Castro está estrenando con mucho éxito su relevo generacional, y no es poca cosa en un casa que arrastra 100 años de historia, llenos de lustre y prestigio. El que les dio Rafael desde la barra, con su particular simpatía, y Lola, al frente de la cocina, con una exquisita gastronomía basada en el producto autóctono de calidad. Ahora, con 80 años, es un placer escuchar a Lola contar las anécdotas de Rafael con los clientes. Su calidez y hospitalidad son valores que ha transmitido a su hija, Belén, ahora al frente de los fogones y que junto con su marido Juan, forman un equipo compacto para convertir a Casa Castro en un Restaurante a donde vale la pena peregrinar, y si se puede pernoctar, mejor que mejor.
COMO EN CASA, DE LOLA A BELÉN
Gracias al testigo de confianza que les entregó nuestra amiga Pilar, nos pusimos en sus manos para disfrutar del Cocido, en un ambiente muy agradable, como en casa, favorecido por un comedor muy acogedor, con la claridad natural procedente de la calle principal, decorado con modernidad y muy buen gusto, en donde la piedra combina con otros materiales nobles, perfectamente coordinados. Contrasta con otro comedor de mayor tamaño, para el cual también se accede desde la barra pasando por un pequeño hall.
El clima del local, el servicio, la atención, e incluso su bodega sorprenden por su gran nivel en una población rural, pero sobre todo lo más ilusionante es que representan la apuesta de un matrimonio joven por su tierra y por seguir la senda de sus antepasados para mejorarla con calidad y profesionalidad.
Había que acondicionar el cuerpo para iniciar el cocido y Juan nos ofreció un Consomé de Cocido realmente espectacular, con un sabor exquisito y con espesura suficiente como para retenerse en el paladar además de en la memoria. En fin, para no perdonarlo y si no hubiese un cocido después, para repetir. A continuación comenzó el desfile de los diferentes componentes del Cocido, la Patata con los Grelos, los Garbanzos y los Chorizos, todo en su punto, sobresaliendo para mi la suavidad de los grelos y el adobo del chorizo. Las partes de la Cacheira, con la oreja, el morro, además de la costilla y el lacón se sirvieron en dos fuentes aparte.
El toque de cocción fue perfecto, se nota el peso de la tradición y la Escuela de Lola. Todos los complementos, garbanzos, verdura, patata y chorizo, estaban en el punto ideal, compactos y sin deshacerse. Los garbanzos rodaban como canicas, la patata aceptaba cualquier tipo de corte sin derrumbarse, mientras los grelos se tomaban enteros sin necesidad de cortarlos porque resbalaban solos, casi sin masticarlos.
PRODUCTO EMINENTEMENTE CASERO
Uno de los aspectos más notables fue la selección de las carnes, su definido sabor casero y la facilidad de los cortes. En ese sentido sobresalió de manera ejemplar la Cacheira, con un componente de magro considerable y un corte algo grueso, pero que se deshacía como nata en el momento de marcar el bocado. No me pude contener y durante un momento aislé un trozo para tomarlo en medio del Pan. Y se convirtió en algo sublime, especial por el alto grado de concentración de sabor, porque además el nivel del pan de Panadería Altamira, de la misma Vila de Cruces, no se quedó atrás en el maridaje.
El paso a los Postres fue un tránsito hacia la variedad y la excelencia, un puente al final del cual nos esperaban unos Buñuelos, definitorios del menú, como el aspecto más original, por su tamaño XXL y por su suave fragilidad al masticarlos. Aunque apenas había sitio no podíamos dejar de lado la generosidad de los anfitriones y nos estiramos para probar los dos tipos de Filloas, las tradicionales dobladas en triángulo y las rellenas de crema, con un pequeño barniz de caramelo. Por último, brindamos con las Cañitas de crema en forma de cucurucho y elevamos nuestra promesa de volver, porque además del Cerdo hay otros motivos para repetir en Casa Castro y, en el horizonte más inmediato ya situamos el Gallo de Corral autóctono.
Mención sobresaliente aparte merece el vino que nos eligió Juan para acompañar la comida. Con nombre y etiqueta rompedora, «Superhéroe», http://D O RIBEIRO tinto, Colleita 2012, de Leiro, embotellado para Xosé Lois Sebio. Nos sorprendió por su estructura, su equilibrada acidez y goloso paladar. Muy recomendable en si mismo y perfecto para el cocido.
Como era día laborable renunciamos al licor café y en la despedida, no quisimos dejar Vila de Cruces sin llevarnos un souvenir que al mismo tiempo prolongase el recuerdo de esa magnífica experiencia. Nos dirigimos a uno de los emporios de la carne de la Villa, a Carnicería Mosquera, en donde se ofrece una selección de carne de todo tipo, cerdo, ternera, pollo de corral, etc. de máxima confianza y calidad, de animales autóctonos. Los embutidos son espectaculares y para tomar en crudo elegí un chorizo de tamaño grande con toque picante. al igual que un salchichón casero, además de un poco de tocino y chorizos para un cocido.
El regreso hacia Santiago fue más directo por la autovía, con la cual enlazamos en Silleda, porque a la ida fuimos por la carretera nacional de Santiago a Ourense hasta Santa Susana y allí hacia Vila de Cruces, con un recorrido paisajístico fabuloso a través del cual pudimos comprobar la belleza de un paisaje que une dos provincias A Coruña, por Boqueixón, con Pontevedra, por Vila de Cruces, en donde el Ulla y el Deza se implican con obsesión hasta convertirlas en un paraíso natural.