MI TINTERO

NO LO VOY A ENTENDER NO LO VOY A ENTENDER, NI LO QUIERO ENTENDER. Y ME VOY A SEGUIR REBELANDO HASTA LA EXTENUACIÓN, AUNQUE SANGRE UN  RIO DE LÁGRIMAS Y NO HAYA MAR  QUE LO CONTENGA. COMO NOS INVADE EL CÍRCULO DEL DOLOR CÓMO NOS RODEA CON SUS BRAZOS, CÓMO NOS APRIETA SU CANDADO, NO BASTA CON  RETENERNOS EN SU CÁRCEL SINO QUE NOS ARRINCONA, NOS SOMETE A UN ESPACIO DESDE DONDE NO SE PUEDE NI MIRAR, SÓLO HAY ARRIBA, SIN TECHO Y

CÓMO NO GRITAR   Cómo no gritar, resignarse a contagiar, a convertir el interior en una plaga que arrase todos los prejuicios que denuncie el genocidio de la rebelión de los amores tardíos. No existe nada más que una versión, la original, la tuya, la que acaricias más allá de la realidad, de lo tangible. La que te invade sin pedir permiso, la indefinible, la que excava el pensamiento antes de estrenar el día haciéndote  prisionero de una compañía que te rescató de

  Las miradas no siguen  a las palabras,  se pierden en el horizonte que existe desde  el límite de los hombros hacia el mar de vaguedades de cualquier distancia. Los gestos  apoyan los monólogos  para combatir la indiferencia de los indecisos, mientras se conjuga  el verbo resbalar en las aulas de la inocencia. Hay un cruce  de personajes sobre el escenario, sin papeles. Es un ida y vuelta  en la planta baja  de una Torre de Babel  que entre todos  han construido, sin

A MI BRAZO IZQUIERDO Siempre te tuve marginado dándote constantes celos, maltratado por la indiferencia, por relegarte a ser comparsa, ni siquiera a la suplencia de tu hermano el titular, el que se llevaba la gloria,  presumiendo con su uve de victoria, mientras tú inocente me tapabas los ojos, preferías no mirar.     Crecíste en mis bolsillos hasta que me hice adolescente, mientras tu hermano contaba monedas para jugar en el tragaperras tu pellizcabas a escondidas el reflejo de mis agonías cuando